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lunes, 27 de septiembre de 2010

Otro gran finde


En un principio el plan era ir de nuevo a la berrea, así que el viernes a mediodía cargamos toooodos los archiperres fotográficos y la comida para todo el finde en las mochilas (mira que somos borricos..) y tiramos para otro de esos parajes magníficos que nuestra sherpa conoce tan bien.

Tras una horita larga (larguísima diría yo, con el quintal que llevábamos cada uno a la espalda) alcanzamos el refugio. El sitio, como era de esperar, una maravilla. El inconveniente (por no decir putadón), es que otras siete personas habían tenido la misma idea que nosotros y habían llegado antes.

A esas horas, con el sol ya puesto y los venados en pleno recital, no hubo otra que improvisar un campamento de vivac.

No pudimos tirar una sola foto, pero dormir bajo las estrellas con el canto de los cárabos y algún ungulado un tanto desesperaíllo de fondo.. Indescriptible.

El sábado se impuso un cambio de planes, ya que nuestros cuerpos habían tenido relente para una buena temporada. Rumbo al refugio del Monte -Piiiiiiiii- (no lo escribo, que luego pasa lo que pasa..).

Tras acomodarnos, estuvimos reconociendo el terreno en busca de rastros y pasos de fauna. Numerosos excrementos de zorro, huellas y encames de corzo y jabalí.. Aquello pintaba bien. Elegimos el que nos pareció el paso más claro, que atravesaba un pequeño torrente prácticamente seco a estas alturas de año y colocamos la cámara de fototrampeo y el correspondiente cebo.

Justo cuando nos estábamos retirando, mi compañero Mizar, un precioso y enoooorme Gran Danés, se sintió irremediablemente atraído por el olor del cebo. Menos mal que es obediente!



Otra deliciosa cena, esta vez al calor de la chimenea, bastó para que durmiésemos como críos (en compañía del oso Edu..) hasta la mañana siguiente. Un rápido desayuno y salimos pitando a por la cámara.

En estas circunstancias, en las que te la juegas a una sola noche y en un terreno desconocido, lo más común es no obtener resultados. Éste es el momento en el que aparecemos delante de la cámara:



Bea, que es la primera en llegar, se da cuenta de que el cebo está revuelto y comido en parte. No las tenemos todas con nosotros todavía, un limaco bien gordo está dando cuenta de parte de la carnada en una de las piedras, así que la intriga crece por momentos hasta que pulsamos el play del mando.



Un precioso ejemplar de Vulpes vulpes ha pasado dos veces y ha quedado retratado! En ese momento ya no nos acordamos del dolor de espalda, de las caminatas ni de nada. Volvemos a casa con nuestro trofeo!

Pudiendo vivir experiencias así uno se pregunta por qué la mayoría dedica sus fines de semana a chuzarse, ver la televisión y cosas por el estilo. No saben lo que se pierden!

En fin, espero que os haya gustado nuestro finde!

Un abrazo,

Yuribass.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

No tengo remedio..


..Y espero seguir así mucho tiempo, la verdad.

Después de un verano de no parar entre cursos, voluntariados y viajes varios (os debo un resumen) y ya no sé cuántas fotos por procesar, ayer me pude escapar a disfrutar un rato de la berrea.

Hasta aquí todo normal, el único pero es que me habían vuelto a operar el lunes del ojillo izquierdo (la guerra que está dando el mamón..). Lo sé, si lee esto mi médico o mi viejita, el uno me hace picadillo y la otra me deshereda. Valga como atenuante que tuve muuuucho cuidado y que la ocasión en tan buena compañía no se podía desperdiciar.

Fuimos prácticamente a tiro hecho (gracias Bea) y tras un estupendo paseo entre hayas y avellanos comenzamos a escuchar los primeros bramidos al atardecer. Decidimos entonces abandonar la pista y seguir una empinada senda hacia el collado de donde procedían.

A esta altura el arbolado daba paso a grandes claros llenos de tojos , helechos y brezos. Al llegar a cada uno había que proceder con sumo cuidado, ya que entre las vacas y los caballos podría aparecer el venado.

En el segundo claro Bea susurra "Yuri, la cámara!!". Ahí estaba, a escasos 60 metros, un precioso macho. Los cuatro cuerpo a tierra y a contener la respiración. No sé exactamente cuánto duró la observación, pero resultaba excitante tener a semejente animal a tan escasa distancia.

Afortunadamente, el sol estaba a nuestras espaldas, lo que nos permitió acercarnos reptando literalmente entre los tojos y disparar cuatro o cinco fotos.

Ciervo macho

Como era de suponer, yendo cuatro personas, el venado terminó percatándose de nuestra presencia y poco a poco se alejó entre la espesura. A pesar de todo, incluso Álex pudo sacar fotos con su pequeña cámara y Edu disfrutó como un enano con su 400mm.

Más adelante tuvimos ocasión de observar durante un buen rato a otro ejemplar en lo alto de la loma, algo menos espectacular por tener sólo cuatro puntas bastante más finas pero igual de bello de ver en libertad.

Al caer el sol volvimos de nuevo hasta el coche, caminando prácticamente a oscuras entre bramidos y reclamos de cárabos. No podía menos que recordar con mi media sonrisa los ratos vividos el año pasado por estas fechas en compañía de mi buen amigo Máximo en la cabaña. Ésta va por ti, compañero.

Yuribass.